La frase del día

El hombre puede vivir unos cuarenta días sin comida, unos tres días sin agua, unos ocho minutos sin aire, pero sólo un segundo sin esperanza.” — CHARLES DARWIN

domingo, 15 de agosto de 2021

Verba volant...

    Hoy me he puesto a repasar algunos de los comentarios antiguos (no pueden ser modernos, ya que hace bastante tiempo que no publico nada), y me he dado cuenta de los muchos errores que destacaban y de lo mucho que he aprendido de ellos. Es por esto que, desde aquí, quiero dar las gracias a todos los que gastaron algo de su tiempo en hacerme correciones necesarias y, en su totalidad, acertadas y justas.

    Los otros comentarios, que me animaban, tampoco han caído en saco roto. Todos mis escritos fueron hecho en un tiempo en que, por unos motivo u otros, fueron necesarios para mi existencia; para esa exorcización que tanto bien me ha hecho y que me ha permitido sobrevivir. A todos ellos, muchas gracias desde mi alma de duende.

    Llevo un tiempo pensando en reactivar este blog, en volver a escribir; mas me resulta complicado por un simple motivo: mi percepción ha cambiado. La evolución vital hace que los temas de los que ahora me gustaría tratar, quizás no sigan la misma línea que siempre me ha movido a construir mis "vientos maestrales", marcado por la exteriorización de mi mundo más íntimo. Es precisamente esto lo que siempre me frena: ahora mismo no tengo demasiadas ganas de hablar de mí; quizás sea esto porque hay demasiadas cosas oscuras, de las que hacen daño, que coexisten conmigo. La necesidad de ayer, se ha transformado en el miedo de hoy. En "La escritura o la vida", Semprún decía que era el libro que no pudo escribir durante décadas, ya que su redacción lo destruiría, y quizás este sea ahora mismo el sentimiento que hoy me invade. Pese a todo lo pasado, he conseguido ser una persona equilibrada y feliz, que a ratos se deja llevar por la melancolía y que nunca deja de tener ese sabor agridulce en la boca pero que, pese a ello, ha logrado mantener una línea de felicidad que me ayuda a sonreir a diario. Este simple acto no es algo fácil, pero sí gratificante. No quiero ponerlo en peligro adentrándome en mis fantasmas, reviviendo el dolor, para sacarlo fuera y plasmarlo en un folio, porque no lo necesito. He aprendido a acotarlo, a convivir con ese área de mi personalidad y, por ende, a que no me haga demasiado daño. Probablemente, la frustración más grande que tienen algunos de mis enemigos es que gracias a ellos, a su ayuda, me he convertido en un hombre razonablemente feliz.

    Voy a reflexionar un tiempo acerca de en lo que se va a convertir este mi blog, vuestro blog. Espero acertar con la dirección que tome. El tiempo me dará o me quitará la razón.