¡Qué se puede decir cuando no hay ánimo para que broten las palabras!. El silencio puede quebrarlas, y quebrar con ellas el ánimo. El ruído puede quebrar el silencio, pero con él llevarse los escasos restos de humanidad que aún moran en tu interior. Mejor, en estos casos, mantener plática y soliloquios con el febril espejo, aunque solo devuelva una caricatura grotesca. Mejor mantenerse vivo en el ágora, ser cascabel y devolver sonrisas.
Mejor ser duende que aulla a la luna, bajo la lluvia nocturna. Mejor escuchar el eco solitario de los gritos, hermanarse con los lejanos lobos que obsevan al aterido duende desde la espesura oscura y triste del bosque.
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