La frase del día

El hombre puede vivir unos cuarenta días sin comida, unos tres días sin agua, unos ocho minutos sin aire, pero sólo un segundo sin esperanza.” — CHARLES DARWIN

viernes, 16 de enero de 2009

PALESTINA

Hoy he querido que el texto apareciese en un color distinto al habitual, por considerar que es el más apropiado para mostrar el máximo respeto hacia aquella tierra que, como mis palabras, está teñida de rojo por la sangre derramada. Nota del autor

Siempre he recordado con cariño las comidas familiares de mi casa, una familia obrera que se reunía siempre en torno a una mesa, cuando el cabeza de familia regresaba del trabajo, y comían juntos ante un televisor en el que indefectiblemente se veían las noticias, se comentaban pocas y se escuchaban muchas. Muchos jueves, la serie “cuéntame” funciona como magdalena proustiana, retrotrayéndome a aquellos tiempos en los que todos los hogares españoles eran un fiel reflejo de la familia Alcántara, en que las cosas eran más sencillas, no porque el mundo de entonces no fuera complicado (que desde luego lo era) si no por mi corta edad, que me alejaba de cualquier tipo de galimatías tramposos, que siempre te hacen perder y en los que nadie nunca gana, y que son de los que la vida adulta adolece con más frecuencia de la que fuera deseable. Imperceptiblemente, a todos esos recuerdos tengo grabados a fuego las imágenes de unos hombres polvorientos que atacaban con denuedo a unos carros de combate con unas piedras que iban arrojando como único arma, mientras otros iban recogiendo hombres que se hallaban caídos. Recuerdo con nitidez la escena, aunque entonces no supiera ponerle nombre, ni tan siquiera comprender el porqué de tamaña escena. Hoy, muchos años después, sigo ignorando el porqué, pero ya sé nominarla: Palestina.

Conozco hoy muchas de las motivaciones políticas que derivan en esos hechos atroces que, en la actualidad se siguen dando, jornada tras jornada, aunque haya días que siquiera salgan en los televisivos noticiarios que nos conectan con el mundo actual, como mudos testigos de una ignominia que, cual piedra de Sísifo, se siguen repitiendo una y otra vez, sin que nadie del llamado “primer mundo” haga nada por impedirlo; sin que ningún pie poderoso se interponga en la trayectoria de la sisífica piedra, deteniendo su macabra marcha, que está dejando sobre la tierra sangre indiscriminada de hombres, mujeres y niños a los que nunca les han dejado soñar con otra realidad.

No voy a entrar en disquisiciones políticas, ni voy a tratar de justificar a ninguno de los dos bandos. Solo me gustaría pedir como deseo de fin de año atrasado, que cesen de una vez las hostilidades en la Franja de Gaza, que sea posible otro mundo para esos niños ensangrentados,cuyas imágenes  nos escupen a la cara las  televisiónes mundiales. Pequeños con la mirada perdida, que intentan sin éxito saber qué y porque´les ha golpeado; que ignoran si sus padres siguen vivos, sus casas en pie, su dignidad intacta o si el maltrecho corazón de su incierto futuro sigue latiendo por costumbre o por la convicción de que otro mañana es posible.