La frase del día

El hombre puede vivir unos cuarenta días sin comida, unos tres días sin agua, unos ocho minutos sin aire, pero sólo un segundo sin esperanza.” — CHARLES DARWIN

viernes, 25 de mayo de 2012

DE PITADAS Y OTRAS TONTERÍAS


                ¡Y por fin llegó el día! La gran final de la Copa Del Rey se juega hoy. El torneo, que ha pasado por horas muy bajas por el escaso interés que despertaba en los equipos grandes y su consecuente pronta eliminación, tras su periplo por el desierto continúa su nueva etapa de relumbrón. El año pasado, fueron el barÇa y el Madrid los encargados de sacarle brillo al trofeo, que necesitaba un espaldarazo como este para salir de nuevo a flote. El resultado fue que se resucitó una competición muerta, para regocijo de los amantes del futbol, que vemos en la copa uno de los torneos más bonitos que se pueden jugar. Y si no, que se lo pregunten al Mirandés, que ha hecho una de las gestas más grandes de su historia, al caer en semifinales ante un histórico de la competición: el Athletic de Bilbao, dignísimo finalista junto con los culés y ante los que hoy, por fin, se van a enfrentar a partido único en el Vicente Calderón.
                Y, hasta aquí, todo lo que debía ser un comentario deportivo, un evento destinado a hacernos olvidar un tanto las penurias que estamos pasando para atolondrarnos ante la tele, cerveza en mano, disfrutando de lo que no debería dejar de ser: un espectáculo. Como siempre, las voces de los bares se han encargado de dar un giro no por esperado menos grotesco,  mezclando deporte y política para llenar de basura algo que debía estar limpio. La plataforma “Cataluña acció”, por boca de su presidente, Santiago Espot, se ha encargado de empañar el evento, pidiendo que se pite contra los símbolos nacionales, en favor de la independencia de aquella región. Este señor, tiene la desfachatez de afirmar que efectivamente “es una falta de respeto pero que hay tantas faltas de respeto hoy en día”, retratándose así como lo que es: un indeseable.
La Dama de Baza. Siglo IV A.C. ¿No os recuerda algo los colores policromados de sus alas?
                La bandera nacional, con diversas variaciones, tiene una antigüedad de más de 200 años. Fue adoptada por Carlos III en 1785, para dotar a la Marina Española de una mayor visibilidad marítima. Por su parte, el himno nacional, denominado “Marcha Real”, es uno de los más antiguos de Europa. La primera mención es de 1761 y era reconocida bajo el nombre de “Marcha de Granaderos”;  realmente, el nombre es lo de menos. Ambos símbolos, están recogidos en la Constitución de 1978, y se supone que representan a una nación soberana. Solo por este hecho, ya deben ser respetados por todos, estén o no, se sientan o no, arropados bajo estas enseñas. El respeto y la tolerancia son fundamentales en este mundo de hoy, y bajo esas directrices debemos regirnos. La Carta Magna debe tomarse en su totalidad y no en parte; y digo esto porque al igual que es exigible y garantizable por esta el derecho a la libre expresión, también lo es el miramiento hacia nuestras enseñas.  Els Segadors, La Señera, La Ikurriña o el Eusko Abendaren Ereserkia, merecen la misma consideración que la Marcha Real o la bandera de  España; pero no se nos puede exigir deferencia a quien no nos paga con la misma moneda. ¿Deberíamos organizar una pitada contra las enseñas catalanas y vascas?; quizás si, siguiendo la forma de actuar del señor Espot; Pero creo que nos equivocaríamos. Ahora bien, la misma consideración  que me merecen los estandartes de otros, lo pido para los míos. Aunque no me parece bien, los pitos hacia la Casa Real pueden ser una muestra de concordancia o no para con una realidad política, aunque nunca deben ser señal de falta de respeto por el Jefe de Estado de un país, porque volveríamos a lo expresado en las líneas anteriores. Pero el himno y la bandera son otra cosa y, como tales, deben ser sagrados, te representen o no, signifiquen para ti mucho o nada: no hay justificación para insultar a nadie de forma gratuita.
                Dejemos las cosas como están, no desvirtuemos un espectáculo para convertirlo en un mitin. Observemos las reglas de la tolerancia y que cada cual se emocione con las enseñas que realmente les representen, sin ofender a nadie. Creo que la situación no está para enzarzarnos en peleas baladíes. ¿Cuándo aprenderemos al fin a caminar juntos?