La frase del día

El hombre puede vivir unos cuarenta días sin comida, unos tres días sin agua, unos ocho minutos sin aire, pero sólo un segundo sin esperanza.” — CHARLES DARWIN

martes, 8 de noviembre de 2016

REDES SOCIALES Y ZAPATILLAZO

  Hace ya algunos años, sostuve una teoría que los hechos se han empeñado en darme la razón: el fin de la edad contemporanea, sucedida por la edad de internet. Hoy como pasó entonces, dudo que alguien se atreva a contradecirme, y es que la gigantesca red nos ha atrapado a todos hasta hacerse poco a poco y sin ruído, casi indispensable para un amplio porcentaje de la población mundial (hecho este que toma proporciones cuasi universales si nos ceñimos a los denominados "países del primer mundo"). Lo que creo que casi ninguno llegamos a acertar fue que la eclosión de la era digital vendría de la mano de un viejo aliado: el teléfono. Y es que desde la feliz unión de este con la red, la democratización de internet ha crecido exponencialmente, hasta alcanzar cotas impensables.
  La comunicación como tal ha sufrido cambios espectaculares en apenas una época, trayéndonos la posibilidad de comunicarnos casi instantaneamente con cualquier persona en cualquier punto del planeta, y eso es un hecho positivo que ha ayudado a muchas personas a mitigar la peor plaga que ha sufrido el hombre del siglo XXI: la soledad. Si bien es cierto que el poder charlar con seres queridos que se hallen en lugares alejados es un hecho plausible, no es menos cierto afirmar que a muchas personas les ha proporcionado la coartada perfecta para esconderse tras un telón sin tener que vencer su introvertido carácter, disfrazando así una penosa vida social con el engañoso traje de la popularidad: ¿quién puede pensar que alguien que tiene dos mil amigos en facebook puede ser una persona solitaria, huraña y llena de complejos que le hacen aislarse?. Este hecho es mucho más frecuente de lo que nos podemos pensar, convirtiendo así esas benditas redes sociales en parches que tapan una amarga realidad: La soledad es ya hoy algo generalizado y frecuente, y se ve agudizada por la posibilidad de poder llevar algo parecido a una vida social a través de una pantalla. Cualquier cosa en exceso es siempre perniciosa, sobre todo cuando conlleva una mentira piadosa que nos ayuda a expiar nuestros defectos o, simplemente, a esconderlos.
  Capítulo aparte merece el impacto que que estas comunicaciones digitales han tenido en nuestras normas de convivencia, tan maltratadas y obviadas en nuestros tiempos. Por si no tuvieran bastante, otro nuevo mazazo ha venido a sacudir sus entrañas sin piedad, y es que nada hay más importante que una llamada, el tintineo de un guasap o la foto del festín que ha colocado por cualquier vía a su alcance el imbécil de turno que prefiere que se le enfríe el chuletón antes que el aberrante hecho de no poder colgar una foto del mismo; y es que una comida, un manjar o una salida con los amigos no existe si ninguno, en su borrachera virtual de ego, no enseña al resto del mundo lo bien que se lo está pasando en el momento. Y cualquiera de estos hechos es suficiente para dejar a alguien con la palabra en la boca, o compartir una agradable taza de café con unos amigos mientras nadie en la mesa dice ni una palabra, absortos como están todos contemplando las pequeñas pantallas de su "smartphone" (no puedo denominarlos "teléfonos inteligentes: me niego a creer que puedan serlo en muchas ocasiones bastante más que sus propietarios). "Tenemos que repetirlo" decía una chica rubicunda en la última tertulia virtual que tuve ocasión de presenciar; "pero cada uno en su casa, que tampoco va  a haber tanta diferencia y os ahorraís las consumiciones", pensé yo para mis adentros mientras no podía por menos que descojonarme ante tamaña estupidez.
  Tampoco es desdeñable el apreciable incremento del déficit de atención que sufrimos en nuestros días. Ahora me viene a la mente aquellas regañinas de mi abuela, con amenaza de zapatilla incluída, cuando de joven le contestaba sin apartar la mirada de la televisión. Recuerdo que si algo le sentaba mal, era que una persona no la mirase cuando la estaban hablando. Entonces, yo no entendía bien de qué iba todo aquello; pero hoy en día a la luz de los años que ya voy luciendo, puedo darme cuenta de la tremenda falta de respeto que supone el no mirar a alguien cuando te habla. Esto tan sencillo es algo que se obvia a diario sin que se tenga en cuenta el desprecio en el que se está incurriendo para con el otro. Nunca he podido mantener dos conversaciones simultáneas, no por incapacidad, si no por respeto a quien me está hablando, ni puedo estar cotilleando en cualquier red social al mismo tiempo que mantengo una conversación con alguien, por el mismo motivo. Más veces de las que quisiera, he podido percatarme de que la persona con la que hablo se halla enfrascada en otras lides ajenas a la charla, porque es algo que se nota a la legua, sobre todo cuando conoces minimamente a tu interlocutor, aunque tenga que hacer uso de mi más que dilatada paciencia y nunca diga nada, que una cosa es ser paciente y otra gilipollas. Y en todas esas ocasiones doy gracias a quien corresponda por no haber inventado aún un lector simultáneo de mentes, porque creo que más de uno iba a dejar de dirigirme la palabra si supiera lo que en ese momento se cruza por mi cabeza. Comprendo que los tiempos han cambiado, que hay que ser flexible con los comportamientos ajenos para que puedas pedir que sea de igual manera con los tuyos, pero no acierto a comprender que estés entregando con todo el cariño del mundo una parte de tu tiempo, que es la posesión más valiosa que puede poseer el ser humano, y que la gente se pase ese don por el santísimo arco del triunfo y decida compartirte en ese momento con el chuletón del imbécil. El hecho de que sea algo generalizado, no confiere validez a este comportamiento totalmente alejado de las más elementales normas de educación. Y lo más curioso de todo es que, si se produce estando presente la persona, sea un comportamiento que no se tolera. Resulta descojonante que pidas que te miren cuando hablas para, acto seguido, mantener una conversación telefónica mientras le aprietas al "Like" ¿se puede pedir algo que no se da?; yo creo que no. Si mi pobre abuela levantase la cabeza, le iba a faltar suela para tanto zapatillazo.
  Creo que sería conveniente revisar nuestros hábitos, y empezar a conciliar el uso de las nuevas tecnologías con las normas de educación. No es algo tan difícil y nos puede evitar más de un encontronazo. Solamente hay que sopesar en la escala de valores y perguntarse si el tiempo de esa persona vale lo mismo para ti que el consabido chuletón del imbécil, y obrar en consecuencia, Yo tengo mi respuesta clara.

sábado, 8 de octubre de 2016

DUELE EL CORAZÓN

La verdad es que Enrique Iglesias nunca ha sido santo de mi devoción, pero esta es una canción que es raro el día que no escuche por la radio, con lo cual se ha convertido para mí en un himno de partida hacia un mundo nuevo, así que la comparto con todos vosotros.

domingo, 2 de octubre de 2016

SIETE VIDAS

   Viendo mi blog, me he dado cuenta del tiempo que el duende que está en mí lleva callado. Ha estado escondido, esperando que la tormenta pasara, sin atreverse a asomarse a la puerta para llamar, por temor a molestar. Ha tenido la paciencia suficiente para ver como mi alma se iba sosegando, recobrando la templanza por momentos y alcanzando la cota de paz suficiente como para poder dar rienda suelta a mi alter ego, sin que ello lllevara sufrimiento implícito alguno.
   Y es que, desde el ocho de mayo que publiqué mi última entrada, han pasado tantas cosas, han cambiado tantas circunstancias, que a día de hoy no es descabellado afirmar que dentro de mi piel habita un nuevo yo que, como decía el genial Antonio Flores en su canción "siete vidas", ya ha roto con el pasado, con ese mundo que me mantenía atado sin saberlo a turbulencias de dolores estériles y perniciosos. Bien es cierto que aquella canción hablaba de una realidad marginal de adicciones a sustancias adictivas; pero no es menos cierto que el mantenerse viviendo en un dolor constante puede llegar a ser la peor de las adicciones. Y ha tenido que dar mi vida un giro de ciento ochenta grados para poder darme cuenta de ello. Pese a desarrollar mi particular filosofía que yo bauticé como "siempre 101", sin que me diera cuenta estaba sometido a una esclavitud al dolor del todo insana. De no ser por esa forma de pensar, habría sucumbido preso de mí mismo. Y todo esto lo sabía el duende, y callaba dejndo que me diera cuenta por mis propios medios, porque si algo hay cierto es que junto a la llave de la perdición, descansaba en un cojín de plata la de la salvación. Y no había otro que pudiera decidir por mí cual coger. Hoy puedo afirmar que cogí la adecuada.
    Y en todo este camino he tenido un aliado indispensable, sin el que no habría podido decidirme a escoger la llave buena, el camino correcto: el amor de una princesa. Ella me h dado durante todo el tiempo que llevamos juntos, grandes dosis de amor, ternura, pasión, alegría, cascabeles, inspiración, calor, firmeza cuando ha sido necesaria, dulzura,   bondad y un universo fascinante por descubrir cuando me asomo al maravilloso universo de sus ojos. Su sonrisa ha calentado mis huesos, eliminado mis cicatrices, borrado mis sombras, enseñado muchas veredas que se abrían ante mí y que sin ella, nunca hubiera siquiera considerado tomar, y han sido lo mejor que me ha podido pasar en la vida, al igual que ella que, sin duda, ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida. Nunca hubiera imaginado poder conocer a la mujer con mayúsculas, por antonomasia. Esa que me hiciera descubrir en mi corazón sentimientos que siquiera imaginaba que existieran. Gracias princesa, por ese fascinante interior que alberga tu alma buena y, sobre todo, muchas gracias por concederme el honor de poder compartirlo contigo. Por todo ello, quiero dedicarte esta canción y decirte que las sombras han sido desterradas por la luz de tu sonrisa, que ya he roto con ese pasado que me tenía dolorido y confuso; y mil caricias para decirte, que siete vidas tiene un gato. Seis vidas ya he quemado, y la última, la más importante y maravillosa, la quiero vivir a tu lado. TQM princesa, y esta va para ti.

domingo, 8 de mayo de 2016

ESTA NOCHE VI UN DUENDE

Esta noche vi un duende, asomado a la ventana. Tenía los ojos grises, y la barba ya cana. Pasaba la noche en vela, recordando el mañana; el atardecer y la brisa, y las risas de madrugada.

Esta noche vi a un duende, mirando la luna llena, tiñiendo la noche en sangre, con olor a hierbabuena. Quemando en una hoguera el incienso del poema; naufragando en el aroma de las últimas condenas.

Las palabras son condenas y los silencios fronteras; fronteras que nos conducen hacia el olvido y la pena.

Esta noche vi a un duende escuchando el reflejo, de la canción del silencio y de los sueños deshechos. El mar se iba llevando, el pueril tintineo; repiqueteo cadente, con el fuego de mil besos.

jueves, 14 de abril de 2016

SI NO TE QUISIERA

   A nadie se le puede escapar que estos tiempos están siendo duros. A diario veo el desaliento, la tristeza, la melancolía por otras épocas mejores que, a fuerza de sufrimiento y lucha constante, se están convirtiendo en otra losa más que entierra con más fuerza si cabe, las alegrías del presente que, por falta de atención y fuerzas para vivirlos, van pàsando vírgenes al baúl del pasado. Hace tiempo instauré en mi vida una filosofía de vida (siempre 101), que permite que viva esas alegrías, aunque cada día tenga que doblar las fuerzas para lograrlo. Aunque es cierto que tengo una gran baza a mi favor.

   Y es que, princesa, no dejo de agradecer a la vida que te cruzaras en mi camino. Tengo la suerte de contar con el abrigo de tu cálida sonrisa, con el roce cariñoso de tu piel, que me lleva en volandas por esta travesía incierta. Gracias, amor, por ser esa mujer que necesito porque la quiero: la MUJER, con mayúsculas, junto a la que cualquier hombre se sentiría feliz. Y me has elegido para caminar a tu lado, mientras veo como todo lo que tocas lo vas transformando en algo mágico. I never feel like this before.

 
 

jueves, 4 de febrero de 2016

AMANECER

Porque cuando los sentimientos llegan al instante en que callan las palabras, es tiempo de que hablen los poetas.
Porque desde que te conozco, te pienso despierto y te sueño dormido, y me he acostumbrado a que seas mi último pensamiento en la noche oscura y el primero en los anaranjados amaneceres.
Porque siento cuando estoy a tu lado que es siempre la primera vez que me hacen sentir algo tan fuerte, tan intenso, tan maravilloso.
Porque nunca tengo suficiente y cada día tengo más ganas de adentrarme en ese fascinante universo que se esconde en el interior de tu alma.
Porque quiero y porque te quiero, esta canción va para ti, princesa.