La frase del día

El hombre puede vivir unos cuarenta días sin comida, unos tres días sin agua, unos ocho minutos sin aire, pero sólo un segundo sin esperanza.” — CHARLES DARWIN

domingo, 25 de mayo de 2014

Entre los dedos



Siempre hay algo que agradecer. Si un rasgo ha acariciado siempre mi forma de ser, es el de saber que tras cualquier situación, por mala que sea, siempre hay un pequeño resquicio que, benevolentemente, llamamos “lado bueno”, para poder continuar adelante sin dejarnos la vida en el intento, aunque en demasiadas ocasiones, se nos vaya quedando el alma. Tardas en darte cuenta, en encontrarlo, y ese supongo que es el principal componente del tiempo de duelo.
Así me encuentro yo ahora, mirando, rebuscando, olisqueando entre la inmundicia de mis recuerdos y sentimientos muertos, intentando hallar ese pequeño detalle de gracia que me permita continuar. Hasta ahora no he tenido demasiada suerte, y sigo penando por los días, perdiendo el tiempo de mi vida, que se me va escapando entre los dedos, sin que pueda hacer nada por evitarlo. Y es que he llegado a la conclusión de estar huero por dentro, perdido y sin esperanza, mirando hacia el horizonte de un océano que te ha tornado a la luz del sol como una masa de sangre en la que se va ahogando mi existencia. Pero tengo que ser agradecido, y dar mis más efusivas congratulaciones, para no parecer descortés por el favor otorgado; para no levantar ampollas ni lanzar acusaciones que puedan dar lugar a un sentimiento de culpabilidad inexistente y que, como en todas las cosas que no son, resulta absurdo detenerse.
De modo que, llegado a este punto, debo agradecer que me hayan extirpado el alma, que en pedacitos reposa en el  mismo cajón en el que guardo el álbum de fotos. Sin ella, el corazón ha pasado a tomar su definición anatómica exacta: se ha quedado en un músculo, sin más; un músculo tonto e insensible que funciona por inercia. ¿y qué es lo que hay que agradecer en todo esto?; la respuesta es bien sencilla: Gracias a todo esto, no me lo van a poder romper más. Viendo cómo estoy y cómo lo estoy pasando, realmente eso es una suerte.

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